Objetivo

El deporte de base

El deporte es propiedad metafísica del ser humano; entendemos que abarca diferentes dimensiones humanas, esto es, cubre las distintas necesidades vitales y ayuda a lograr el equilibrio vital necesario y, por tanto, capacita al ser humano como animal social y cultural (Cagigal, 1957).

El deporte de base, debe entenderse como un camino para conquistar el proyecto de vida, es decir como un afinamiento en el desarrollo de las potencialidades personales del joven en el tránsito de individuo a persona y de la aptitud social que como persona desarrolla, crece y vive en sociedad. El deporte está al servicio de la persona, tanto en el desarrollo personal como social, y su finalidad a de ser contribuir al proyecto de vida, contribuir al enriquecimiento de las dimensiones de lo humano, enriquecimiento personal, a la vez que potenciar los valores, que son la base de las relaciones humanas, valores morales, éticos y sociales.

La iniciación en el deporte no debe estar fundamentada en el éxito final, el deporte escolar ha de organizarse en función del punto de arranque, y no en función del punto de llegada, el futuro de cada niño depende de partir de una buena base. La enseñanza cimentada en la técnica ha llevado a eliminar el placer que genera el juego, sustituyéndolo por la instrucción; transformando el juego en trabajo y alejándose de los intereses del niño.

Desde la antigüedad se ha tenido en cuenta el alto poder socializador del deporte que aporta a la persona muchos valores éticos y morales, de los que cabe destacar el compañerismo, el espíritu de lucha, saber ganar, encajar la derrota, etc., y que ha sido evidenciado en muchas filosofías y civilizaciones. Los griegos ya consideraban que “el deporte hace el carácter de quien lo practica”. Mucho más tarde apareció el deporte moderno inglés, con la idea implícita de que debía de ser practicado con espíritu de deportividad. Ya a finales del s. XIX, el refundador de los Juegos Olímpicos modernos, Pierre de Coubertin, proponía el honor y el respeto como elementos esenciales de la práctica del deporte; es lo que se denomina fair-play.

Hoy en día, el deporte ha adquirido unos enormes intereses comerciales, de mano de la industria del ocio y el tiempo libre, cambiando sus objetivos y entendiendo a éste como el camino hacia una posible profesión, sin practicarlo por afición, con la perdida consiguiente del disfrute en la participación deportiva.

Por todo ello, el fair play  se ve amenazado por situaciones como la búsqueda de la victoria a cualquier precio, la violación de los reglamentos, el ganar como sinónimo del valor del deporte, el miedo a perder confundido con la motivación, el considerar al adversario como enemigo, etc.

Según Eduardo Galiano, “La droga social más importante es la exitoina”. En la sociedad actual la victoria es una fuente de prestigio. Por ello y porque los padres quieren, a su forma de ver, lo mejor para sus hijos, someten a estos a grandes presiones, marcándoles expectativas demasiado altas o actuando como un público fanático en sus competiciones, donde el ansia de ganar de estos, les hace olvidarse muchas veces que son niños, y que el objetivo principal de estos niños es divertirse.

Desde luego la conducta del entrenador o educador también es de poderosa influencia sobre el carácter del joven deportista, por esto es necesario e indispensable que previamente autoevalúe su conducta y sea consciente de dicha influencia, teniendo en cuenta que sus ideales deportivos y su comportamiento ético van a ser condicionantes en el niño, para que esta sea positiva e incite al niño a adoptar valores que sean acordes al renombrado fair play.

Algunos aspectos a tener en cuenta son: condenar los comportamientos antideportivos, conocer la disciplina deportiva así como al niño en sus múltiples facetas, crear una base antes de enseñar conceptos complicados, yendo de lo general a lo específico, reducir la importancia del resultado insistiendo en la diversión y crear una atmósfera de tolerancia y consideración hacia todos.

La competición la podemos definir como una confrontación individual o colectiva, limitada y dirigida por unas reglas aceptadas voluntariamente, donde algunas veces se pierde y otras se gana, que además bien dirigida transfiere los valores de aceptar la victoria y de asimilar la derrota sin triunfalismos o dramatismos (Olmedilla, 2000).
Posiblemente al ser humano le guste tanto jugar porque en el juego tenemos permiso para ganar o perder (Camerino y Miranda, 1996).

Existen diferentes perspectivas para enfocar la competición en un nivel infantil:

1.       El enfoque positivo, hará que el niño trabaje para favorecer el rendimiento deportivo a largo plazo, tomando la competición como un medio para que en la futura madurez física y psíquica del niño pueda alcanzar el máximo rendimiento.

2.       El enfoque negativo, es el entender la competición con la finalidad del rendimiento en edades tempranas, perjudicial si nos centramos en ganar.

El deporte, como comportamiento humano, el deporte como escuela de vida, el deporte como aprendizaje del saber ganar y perder, el deporte como recurso de canalización sana y creadora de impulsos, se opone básicamente a un valor contaminante de sus beneficios educativos: la competitividad.

La competitividad nos da la oportunidad de juzgarnos, de verificar nuestras capacidades y dar pruebas de tolerancia frente a los demás y ante el ganar o perder, por lo que no se pretende anular el aspecto competitivo del deporte, sino que sea ordenado, adecuado y compatible con los valores humanos. Para ello es necesario que trabajemos juntos para despertar una actitud hacia una competitividad en su justa medida, es decir que la competitividad no anule el "juego limpio" y la función social del deporte.

El Consejo de Europa aconseja no convertir el deporte en un problema pedagógico más, regulando el deporte en edad escolar y legislándolo a fin de preservar a los menores de entrenamientos intensivos, y obligar que éstos sean razonables y formativos. Además, se recomienda prestar atención a la formación de especialistas por su responsabilidad moral sobre los menores.

El diseño deportivo adecuado debe considerar ciertos pilares, y así respetar las estrategias educativas para el siglo XXI "aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser, aprender a crecer, aprender a cambiar y aprender a vivir juntos" (Felskenian, 1974; Delors, 1996).

Estos pilares pueden ser:

a)       En edades escolares, la competitividad no debería ser insinuada.

b)      El principio competitivo de victoria, de ser campeón, no debe convertirse en alternativa al placer, ni a la diversión, ni al beneficio físico, psíquico o social, que estamos seguros que aporta la práctica deportiva en estas edades de formación.

c)       Estamos decidimos a anular esa mentalidad de técnicos, dirigentes y políticos, que nos habla de que el deporte se justifica por los resultados.

La educación puede definirse como "el perfeccionamiento intencional de las potencialidades específicamente humanas" (García Hoz, 1970).
Mediante la práctica deportiva, disfrutando del juego, el ser humano aprende unas pautas de comportamiento para crecer y aprender a vivir en la sociedad de una manera integral. Los valores se conseguirán fomentando "actitudes"; éstas no se aprenden ni se enseñan, se transmiten, se inoculan por la propia influencia.

El deporte puede ser escuela de vida, en edades escolares es un medio excelente de educación, primero como posibilidad de formación lúdica, motriz y deportiva, segundo como posibilidad de desarrollo personal del joven deportista, y tercero como posibilidad de adaptarse a una sociedad diferente, más humana, rica en formación de valores.

El deporte del nuevo siglo, ha de centrase en un buen trabajo en lo básico (deporte base), que contribuya al desarrollo, a la posibilidad de crecer respetando a los demás, debe contribuir a una mejora de la cultura, en una nueva concepción del ser humano.

Favorece valores humanos: que nos hace mejorar como persona, como ser individual: la responsabilidad, la ilusión, la honestidad, la compasión, el respeto, el esfuerzo, la elegancia, la autodisciplina, el autocontrol, el sentido del humor, la modestia, la sencillez, la superación de la adversidad, la serenidad, la voluntad, la inquietud, la motivación, la confianza, el equilibrio personal; y que nos hace mejorar como persona respecto a los demás, como ser social: el altruismo, la amabilidad, la generosidad, el diálogo, la comprensión, la sinceridad, la empatía, la gratitud, la paciencia, la solidaridad, la tolerancia, la urbanidad, la libertad, son aspectos de la humanidad.


Los jóvenes tomarán el relevo de una sociedad democrática, plural, compleja y cada vez más multiétnica y multicultural, para lo que nos es precisa una cultura deportiva diferente que allane el camino hacia la paz.

El deporte debe mostrar que todos somos iguales y evitar la violencia y el rechazo que se genera ante uno que consideramos que no es igual que nosotros. Si algo tiene que tener de especial el deporte, es que todos luchamos por un mismo fin en igualdad de condiciones.

Elaborado por Jose MªFernández, extraído de:

Valores en el deporte de base por Valentín Valiente Morales, Maestro especialista en Educación Física.

El deporte base en el proyecto de vida: un discurso teórico por el Dr. Jesús Paredes Ortiz Departamento de Ciencias de la Salud, de la Actividad Física y del Deporte (UCAM), y por Rafael Carrillo López, Maestro especialista en Educación Física.

Prevención de la violencia en el deporte espectáculo y el deporte de base por José Alberto Cacho Macías, Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Técnico Superior en Actividad Física y Deporte.
http://www.efdeportes.com/efd139/prevencion-de-la-violencia-en-el-deporte.htm